La Genealogía es la ciencia que estudia los orígenes de los ancestros de todos, hasta llegar a los días actuales, e incluye a nuestros descendientes que también son parte de la genealogía. Es una definición muy simple para una disciplina tan compleja como lo son nuestros orígenes.
La genealogía ha existido siempre y se menciona en la Biblia cuando se relatan los ancestros de Jesús. Las dinastías chinas también son genealogía, son castas que se suceden a lo largo del tiempo. Los egipcios, con sus faraones, también apreciaban la genealogía de sus ancestros. Pero, ¿cuándo empezó la genealogía a tener registros en nuestro mundo occidental? Fue posterior al Concilio Ecuménico de Trento.
Según una cita de internet: “El Concilio de Trento fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica desarrollado en periodos discontinuos durante veinticinco sesiones entre los años 1545 y 1563. Tuvo lugar en Trento, una ciudad del norte de Italia actual, que entonces era una ciudad imperial libre regida por un príncipe-obispo.”
Después de ese concilio, se instruyó a todos los párrocos de todas las iglesias católicas a registrar todos los actos religiosos de todos los fieles, incluyendo los bautismos, donde se indicaba la fecha y hora de nacimiento del hijo, sus padres y, al principio, incluso sus abuelos. Se hacía notar si eran hijos naturales o legítimos, lo que quería decir si los padres estaban casados o no por la iglesia. Si eran hijos naturales, solo aparecía el nombre de la madre y se ignoraba el nombre del padre. También se anotaban las profesiones de los padres y padrinos, y por ley debían haber dos testigos, que normalmente eran empleados de la oficina civil o eclesiástica.
Además de los registros de bautismos, en las iglesias se llevaban otros libros para las primeras comuniones, las confirmaciones, los matrimonios y las defunciones. Luego de la implantación del Código napoleónico, todos estos registros pasaron a ser civiles, existiendo los religiosos solo para los creyentes.
Con el descubrimiento de América por los Reyes católicos de España, todos los actos de los cristianos fueron registrados por los sacerdotes dentro de las misiones y las cristianizaciones de los nuevos fieles nativos de estas tierras. Posteriormente, con la llegada de los esclavos negros de África, se comenzaron a llevar libros de registros para ellos en las iglesias. Aquí, en la Catedral dominicana, existen viejos libros para asentar las partidas de los blancos, los negros y los libertos, en diferentes libros.
En aquellos tiempos, los hijos naturales no heredaban de la misma forma que los legítimos, y por eso había diferenciación en los asientos. Hay que recordar que para aquellos tiempos no existían comunicaciones tan rápidas como las que hay ahora, y se creía mucho en lo que la persona pudiera decir y aportar como su verdad; las damas se quitaban años y los jóvenes para ser embarcados siendo menores se decían mayores. Los apellidos en aquellos tiempos no eran como ahora, ya que los hijos podían ponerse los apellidos de sus tíos o abuelos, aunque no les correspondieran en primera línea. También, con los Mayorazgos, los esposos podían ponerse el apellido de las esposas e incluso cambiar de nombres para poder usufructuar los bienes que estos generaban.
A través de los tiempos, siempre ha habido personas iletradas o analfabetas, y por eso nacieron los escribientes, a través de los cuales los abogados escribían las particiones, las ventas, los matrimonios (considerados contratos) y las mujeres debían pagar una dote antes del matrimonio, que iba a ser administrada por el futuro marido. De ahí surgen los Protocolos Notariales, que proporcionan mucha información en nuestras investigaciones.
Este preámbulo busca destacar cuáles son las fuentes primarias de las que se vale la genealogía para elaborar sus árboles genealógicos y que, si no fuera por esa documentación, no podríamos ejercer nuestro derecho a estudiar el origen de nuestros ancestros.